sábado, 15 de octubre de 2011

"También la lluvia" Icíar Bollaín

Título: También la lluvia
Nacionalidad: España

Duración: 104 minutos
Año: 2010

Director: Icíar Bollaín
Guionista: Paul Laverty
Actores principales: Luis Tosar, Gael García Bernal, Karra Elejalde, Juan Carlos Aduviri, Raúl Arévalo, Cassandra Ciangherotti, Carlos Santos.

Género: Drama
Temas: Drama social, cine dentro del cine
Premios: 3 Premios Goya (mejor actor de reparto para Karra Elejalde, mejor música original para Alberto Iglesias y mejor dirección de producción).
Festival de Berlín (Sección Panorama): Premio del Público.

Sinopsis: Cochabamba, Bolivia. Año 2000. Sebastiáin (Gael García Bernal) y Costa (Luis Tosar) se han propuesto hacer una película sobre Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Mientras que Sebastián, el director, pretende desmitificar al personaje presentándolo como un hombre ambicioso y sin escrúpulos; a Costa, el productor, sólo le importa ajustar la película al modesto presupuesto del que disponen; precisamente por eso elige Bolivia, por ser uno de los países más baratos y con mayor población indígena de Hispanoamérica. La película se rueda en Cochabamba, donde la privatización y venta del agua a una multinacional siembra entre la población un malestar tal que hará estallar la tristemente famosa Guerra Boliviana del Agua (abril del año 2000). Quinientos años después del descubrimiento de América, palos y piedras se enfrentan de nuevo al acero y la pólvora de un ejército moderno. Pero esta vez no se lucha por el oro, sino por el más imprescindible de los elementos vitales: el agua (FILMAFFINITY).

Análisis. Recuerdo, apenas era un mico instalado en la LOGSE, cuando descubrí ese largo concepto del teatro dentro del teatro. Leíamos Hamlet y en ella este recurso se empleaba como manera de remover la conciencia del asesino del padre de Hamlet al ver su crimen representado antes sus ojos.

Y este remover de conciencias está también en esta nueva película de Icíar Bollaín con guión de Paul Laverty, guionista habitual de Ken Loach. Cine social por tanto. Cine social que pretende mostrar que nada ha cambiado en la relación entre los débiles y los poderosos. Débiles y poderosos representados entonces por indígenas y por el imperio español; y que ahora encarnan el pueblo boliviano (los más pobres que lo siguen siendo los indígenas) y una multinacional apoyada desde el gobierno nacional.

Y de nuevo, en medio de la conocida como guerra del agua de Cochabamba, un grupo de españoles que pretende sacar adelante su película intentando mantenerse alejados de los problemas de los bolivianos. Una película que se sitúa tras la llegada de Colón a América y que reivindica la figura de aquellos religiosos que desde sus pequeñas iglesias en el Nuevo Mundo defendieron fervientemente la dignidad de los indígenas y denunciaron los abusos cometidos.

En esos personajes reside el mayor interés de la historia pues son punto de unión entre una época y la otra. Unos personajes que parten desde una primera incoherencia: hacen una película defendiendo al indígena mientras se desentienden por completo de la nueva lucha que en esos momentos, esos mismos indígenas, están llevando a cabo. Lo cual no deja de ser una incómoda incoherencia (muy propia de nuestra época) por mucho que busquemos excusas para justificarnos: la denuncia que estamos realizando con esta película perdurará durante años, mientras que estas revueltas se olvidarán mañana, se dice el director.

Son, por tanto, personajes negativos. No hay héroes entre ellos. Su único interés es rodar barato (se jactan de pagar dos dólares por día de trabajo a los figurantes indígenas), sin contratiempos (presionan a su actor indígena con mayor peso para que no vaya a las protestas hasta que el rodaje haya acabado) y con seguridad (en cuanto las cosas se ponen feas, olvidan a los heroicos personajes a los que interpretan y que lucharon por defender a los indios y no quieren sino abandonar Bolivia lo antes posible). La doble moralidad tan presente en nuestra época y que tiene en su origen el egoísmo y el interés de cada uno.

Pero Bollaín, como ya demostro en Abre los ojos, no tiene ninguna intención de juzgar a sus personajes, solamente los deja actuar libremente interactuando con la realidad que les ha tocado vivir. Sólo Costa, el productor de la película (interpretado por Tosar), cuando se encuentra ante una situación límite, será capaz de actuar, pero llevado por los circunstancias y sin ningún asomo de heroísmo en su comportamiento (como demuestra el hecho de que dice que jamás volverá a Cochabamba).

El gran valor de Icíar Bollaín es para mí su objetividad, ese saber auto-enajenarse de la historia y dejar qué esta y los personajes transcurran libremente. Seguramente, Loach, con el mismo guión, se habría preocupado de formalizar un discurso con una mayor carga ideológica, con diálogos cargados de contenidos para dejarle claras las cosas al espectador y habría introducido además, por si pudiera quedar alguna duda, un personaje que sirviera como ejemplo de comportamiento comprometido y solidario. Para Bollaín, lo más cercano a ese personaje sería el interpretado por Karra Elejalde, un personaje que por lo menos es consciente y acepta las contradicciones y esa doble moral en que se mueve.

Si en algo debemos fijarnos (yo al menos lo hago) de la filmografía de esta directora es en la construcción de sus personajes. Unos personajes humanos que aportan una impronta de vitalidad y realismo a sus películas. Aunque bien es verdad que en esta ocasión se ha dejado seducir por la tentación de ofrecer una imagen mitificada del indígena. Porque si bien en un momento de la película, cuando el equipo de la película es recibido por las autoridades locales, se dan argumentos contra la revuelta indígena (y sobre cómo su postura está poniendo en peligro el progreso del país), no profundiza después en ellos. Tampoco creo que sea el objeto de la película, que va más bien por hablar sobre esa doble moralidad de occidente que crea ficciones sobre tiempos pasados para hacer denuncia social cuando en verdad la realidad no les importa.

Quiero destacar, ya para acabar, la escena de la lectura del guión en el jardín del hotel (ensayan la escena del desembarco de Colón) y la acertada manera en que se mezclan las escenas de la película que están rodando (vemos siempre las escenas en sí y no el farragoso proceso del rodaje) y la realidad presente.

VALORACIÓN: **** (sobre 5)


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